Mi miedo no está solo en el mundo.
Ni es el único miedo, ni el peor.
Pero es mío y me acompaña los días
tristes como este
de abandono
y saudade
y lluvia recíproca entre iguales
cuando le pongo nombre
de animal de compañía
y le alimento con fragmentos
del pasado y arrojos de decir
o vislumbrar el horizonte de sucesos
más cercano al horizonte de vivencias
que sueño.
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