No sé qué valor terapéutico tienen nuestros encuentros
no entiendo esta casuística del abandono por goteo de casualidades
yo sólo sé de irme sin mirar atrás, sin esperar a echarte en falta.
No puedo despedirme cada día con el mínimo imperativo de la dignidad
a nuestro acervo aprehendido de fracasos
en las situaciones más desesperadas.
Empiezo a sentir cuánto herirán mis labios,
cuánto tus excesos con los lagrimales,
cuánto los poemas y la distancia futura y el rencor amargo
que se madura desde el retroceso en la complicidad cotidiana
de saberse las respuestas
y las preguntas.
No se me ocurre escribir otra cosa que:
no importa nada
no importa nada
no importa nada
como si la vida fuera a desvelarse
como si el designio fuera una palabra
como si nosotros ya no fuéramos a existir jamás
porque éramos nosotros frente a los demás.
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