martes, febrero 13, 2007

Full de reinas y sietes

Elevas el instinto y la dignidad
a dimensiones sobrehumanas
queriendo así disimular tu condición.
Ya sólo podrás testificar ante un jurado
y de repente un enjambre de posibilidades
han convertido tu paciencia en un instrumento
vital para el juego y el azar de los días
en los que funambulista de la línea de teléfono
te propones un duelo a muerte con la espera
un largo final agónico con el orgullo
y un terrible paladar de saliva incoada.
Ya no has venido a decir nada, sólo a devolver parte
de la afrenta púbica y privada de libertad.
Te deshaces de sus silencios, sientes el vértigo
y los despojos, pero no los arrestos y la voluntad.
Cambiar, perder, poder.
Tú nada has querido más allá del desconocimiento,
desinterés e incompetencia de los actos sin palabras,
de las palabras sin actos.
Del dolor de conocer las consecuencias.
De haber perdido la partida en la última mano
con las cartas más altas encima de la mesa.

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