Un hombre habla de la derrota
desde el ventrículo derecho
y así reconoce su miseria.
No poseer lo que anhela,
no vencer lo que teme,
no amar el cuerpo.
Y en esa tristeza pasa su vida
y se ahoga, como un náufrago
que bebe agua marina;
sed más sed,
impresión fugaz para sanar
lo irremisible:
esta felicidad no existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario