Era el sueño
o la fiebre
que a través de la caída libre
se despegara un instante de la cavidad torácica
no era el miedo a la soledad
era eros y su anuencia con el pasado
el miedo al regreso de la estación húmeda
el miedo a la melancolía
a tu sonrisa siempre dispuesta y generosa
a tu condición ingenua de mujer no aprehendida
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